La dependencia de Europa de la tecnología estadounidense y china plantea un riesgo, según la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde. Su advertencia llega en un momento de crecientes tensiones con Estados Unidos, con el presidente Trump a punto de anunciar aranceles sobre todos los productos de la UE. Lagarde aboga por una mayor autosuficiencia europea, particularmente en pagos digitales, destacando la actual dependencia de infraestructuras estadounidenses y chinas como Visa, MasterCard y Alipay.
Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE), ha emitido una severa advertencia sobre la excesiva dependencia de Europa de la tecnología estadounidense y china, particularmente en el dominio crucial de los pagos digitales. Hablando antes de posibles aranceles estadounidenses sobre bienes de la UE, Lagarde enfatizó la necesidad de que el bloque logre una mayor autosuficiencia, caracterizando esto como una “marcha hacia la independencia”. Este llamado a la autonomía tecnológica se deriva de la preocupación de que la infraestructura digital vital esté actualmente controlada por entidades no europeas, lo que plantea riesgos potenciales y limita el control europeo.
Refiriéndose específicamente a los pagos digitales, Lagarde destacó que el panorama actual está dominado por empresas originarias de Estados Unidos o China. Señaló que cuando los europeos utilizan métodos de pago digital como tarjetas o teléfonos, la infraestructura subyacente generalmente se enruta a través de grandes empresas como Visa, MasterCard, PayPal y Alipay. Esta dependencia de sistemas externos, argumentó, significa que todo el mecanismo para procesar pagos, incluidas las transacciones de crédito y débito, no es una solución europea. Esta dependencia, aunque actualmente opera en cumplimiento de las regulaciones de la UE, plantea interrogantes sobre la seguridad a largo plazo y el control estratégico.
La preocupación de Lagarde no es sobre el incumplimiento actual, sino sobre las vulnerabilidades potenciales inherentes a la dependencia de la infraestructura no europea. Cree que es imperativo que Bruselas fomente y asegure activamente la existencia de una “oferta europea” robusta en el espacio de los pagos digitales. Este enfoque proactivo se enmarca como una medida de precaución, un escenario “por si acaso”, reconociendo la naturaleza impredecible de los paisajes tecnológicos y políticos globales. La implicación es que tener una alternativa europea proporciona una capa de seguridad y resiliencia contra posibles interrupciones o circunstancias imprevistas.
Pasando a los inminentes aranceles estadounidenses, Lagarde se mantuvo políticamente neutral, afirmando que la respuesta a estas medidas es una decisión para los líderes políticos. Sin embargo, no rehuyó delinear las consecuencias económicas. Como jefa del Banco Central, su función es proporcionar análisis económico y previsión. Advirtió inequívocamente que los aranceles tendrían un impacto económico negativo, no solo en Europa sino a nivel mundial. Este impacto negativo, explicó, es inherente a tales barreras comerciales, y la gravedad y duración de las consecuencias estarían determinadas por el alcance de los aranceles, los productos específicos a los que se dirigen y cuánto tiempo permanecen en vigor.
Con respecto al estado actual de la inflación dentro de la eurozona, Lagarde ofreció una evaluación más optimista. Señaló que la inflación en Irlanda se encuentra actualmente en el 1,8%, ligeramente por debajo del promedio de la eurozona del 2,2% y del objetivo del BCE del 2%. En general, expresó su satisfacción con el progreso realizado en la reducción de la inflación desde los máximos anteriores, que se atribuyeron a una serie de shocks externos. Afirmó que el BCE está “cerca del objetivo” y que el proceso de desinflación está “en marcha”. Si bien reconoció que aún queda “un poco de trabajo por hacer” para alcanzar el objetivo preciso del 2%, transmitió confianza en la eficacia de las acciones del banco.
La visita de Lagarde a Irlanda coincide con su aceptación del Premio al Liderazgo Sutherland de KPMG. Este reconocimiento subraya su prominencia e influencia en el panorama financiero global y le proporciona una plataforma para articular las prioridades económicas y estratégicas clave para la Unión Europea. Sus comentarios, particularmente aquellos relacionados con la independencia tecnológica y las posibles consecuencias económicas de las disputas comerciales, destacan los complejos desafíos que enfrenta Europa en un mundo cada vez más interconectado pero fragmentado.
Europa necesita reducir su dependencia tecnológica de EE. UU. y China, especialmente en pagos digitales, según Christine Lagarde, quien aboga por una “oferta europea” para controlar la infraestructura financiera. Sin comentar directamente sobre posibles aranceles estadounidenses, advirtió de su impacto económico negativo. A pesar de la inflación, Lagarde confía en que el BCE se acerca a su objetivo y logra progresos positivos.
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