Cromosoma egoísta reescribe herencia en moscas, ambos sexos

Los genes no siempre cooperan. Investigadores han descubierto recientemente un cromosoma X “egoísta” en la mosca de la fruta *Drosophila testacea* que manipula la herencia tanto en espermatozoides como en óvulos, un fenómeno previamente observado solo en un sexo. Este comportamiento proviene de los “impulsores meióticos”, elementos genéticos que distorsionan la herencia durante la división celular para aumentar sus posibilidades de ser transmitidos a la siguiente generación.

Investigadores han identificado un cromosoma X “egoísta” en la mosca de la fruta *Drosophila testacea* que manipula la herencia tanto en espermatozoides como en óvulos, un descubrimiento innovador en el campo de la genética. Este hallazgo, publicado en *PNAS* y liderado por Graeme Keais, estudiante de doctorado en la Universidad de Columbia Británica (UBC), marca una desviación significativa de observaciones previas, donde los genes egoístas típicamente se observaban engañando ya sea en machos o en hembras, pero no en ambos.

Antes de este descubrimiento, nuestra comprensión de los genes egoístas se limitaba en gran medida a su comportamiento en machos o hembras. Durante casi un siglo, los científicos han sido conscientes de los genes egoístas, particularmente en los machos, donde se han convertido en ejemplos de libro de texto de conflicto genético. Esta nueva investigación, sin embargo, revela un caso único de un gen que exhibe comportamiento egoísta en ambos sexos, ampliando nuestra comprensión de cómo operan estos genes y su impacto potencial en la evolución.

Los cromosomas, portadores de la información genética de un organismo, normalmente se transmiten a la descendencia con la misma probabilidad durante la división celular y la reproducción. Este proceso estándar se ve interrumpido por los impulsores meióticos, elementos genéticos que manipulan la meiosis, el proceso de división celular que produce óvulos y espermatozoides. Estos impulsores aumentan sus propias posibilidades de supervivencia al torcer las reglas de la herencia.

El estudio, realizado por científicos de la UBC y la Universidad de Victoria, reveló que este cromosoma X en particular elimina los espermatozoides portadores de Y en los machos, asegurando que más descendientes hereden el cromosoma X egoísta. En las hembras, el cromosoma X egoísta se incluye preferentemente en el óvulo. Esta doble manipulación, que afecta a ambos sexos, es lo que hace que este descubrimiento sea tan notable.

El Dr. Steve Perlman, biólogo de la Universidad de Victoria y líder del equipo de investigación, enfatiza la importancia de este hallazgo. Destaca la notable capacidad de este cromosoma X egoísta para secuestrar la meiosis en los entornos muy diferentes de las células germinales masculinas y los ovocitos. Esto resalta la diversidad de los elementos genéticos egoístas y su potencial para dar forma a la arquitectura de los genomas.

Además, este cromosoma X egoísta es estructuralmente inusual, comportándose como un supergen. Un supergen contiene un gran bloque de ADN que no se mezcla con su contraparte normal. Este cromosoma X en particular se ha expandido a casi el doble del tamaño de un cromosoma X típico, acumulando secuencias de ADN repetitivas.

La acumulación de secuencias de ADN repetitivas puede contribuir directamente a la capacidad del cromosoma X egoísta para engañar durante la reproducción femenina. Esta anomalía estructural sugiere que las regiones del genoma que no se mezclan, como los supergenes, pueden tener un papel subestimado en la evolución de los genes egoístas. Por lo tanto, el estudio abre nuevas vías para la investigación de la interacción entre la estructura del genoma y la evolución de los elementos genéticos egoístas.

Investigadores descubrieron un cromosoma X “egoísta” en moscas de la fruta que manipula la herencia en espermatozoides y óvulos, algo antes visto solo en un sexo. Este cromosoma inusual, más grande de lo normal, actúa como un supergen, resaltando cómo regiones genómicas no mezclables pueden impulsar la evolución de genes egoístas, revelando una complejidad inesperada en el conflicto genético. Investigaciones futuras en estas estructuras genómicas podrían cambiar nuestra comprensión de la arquitectura del genoma y los procesos evolutivos.

Comments

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *