Fabricantes de drones de EE. UU., amenazados por la dependencia china

Los fabricantes de drones estadounidenses dependen en gran medida de componentes chinos, una situación que plantea un desafío significativo para el Pentágono mientras se prepara para posibles conflictos en el Pacífico. China domina el mercado mundial de drones y produce componentes clave como fuselajes, baterías y cámaras a precios competitivos, lo que dificulta que las empresas estadounidenses encuentren alternativas. Esta dependencia se complica ahora por las sanciones chinas y los obstáculos burocráticos, lo que genera preocupación por la seguridad nacional de Estados Unidos.

Los fabricantes de drones estadounidenses se enfrentan a una importante dependencia de componentes chinos, una situación que presenta desafíos considerables, particularmente para las Fuerzas Armadas de EE. UU. Esta dependencia, destacada por Forbes, se deriva del dominio de China en el mercado global de drones y su control sobre la producción de componentes cruciales.

China actualmente tiene una posición dominante en el mercado global de drones comerciales, controlando aproximadamente el 90% del mismo, según Drone Industry Insights UG. Este dominio se traduce en control sobre el suministro de componentes esenciales para drones.

En consecuencia, componentes clave como fuselajes, baterías, radios, cámaras y pantallas se fabrican predominantemente en China. La gran escala de la producción china, junto con su rentabilidad, hace que sea increíblemente difícil para los fabricantes estadounidenses competir.

Además, el factor costo juega un papel crítico. Los componentes chinos son significativamente más baratos que sus contrapartes producidas en EE. UU. o Europa. Esta ventaja de precio alimenta la demanda global, incluso entre las fuerzas armadas de varias naciones, muchas de las cuales utilizan productos de DJI, un prominente fabricante chino de drones.

Las implicaciones de esta dependencia son de gran alcance, particularmente para la seguridad nacional. Como afirmó Josh Steinman, quien anteriormente supervisó la seguridad de la cadena de suministro en el Consejo de Seguridad Nacional, “Somos casi completamente dependientes de nuestro principal adversario para ellos, y de nuestra capacidad para fabricarlos”.

Además, las acciones de China han exacerbado la situación. La imposición de sanciones al suministro de ciertos componentes que podrían utilizarse en equipos militares ha complicado aún más las cosas para los fabricantes estadounidenses.

A pesar de estos desafíos, algunas empresas estadounidenses están intentando restablecer la producción de componentes críticos dentro de los Estados Unidos. Sin embargo, estos esfuerzos se ven obstaculizados por obstáculos burocráticos.

El Pentágono reconoce la amenaza a la seguridad nacional que plantea esta dependencia. Sin embargo, los fabricantes están, según se informa, frustrados por la excesiva burocracia del gobierno y del Departamento de Defensa de EE. UU., lo que dificulta su capacidad para establecer capacidades de producción independientes.

A la luz de estas realidades, el gobierno de EE. UU. reconoce la imposibilidad de contrarrestar inmediatamente el dominio de China en la fabricación de componentes para drones. En consecuencia, actualmente se permite el uso de piezas chinas, incluidos fuselajes, motores y baterías, incluso en vehículos aéreos no tripulados (UAV) militares.

Esta compleja situación subraya la importancia estratégica del programa de drones kamikaze de largo alcance Artemis. Militarnyi informó anteriormente que Estados Unidos había seleccionado a cuatro empresas para participar en este programa, incluidas dos que están colaborando con fabricantes ucranianos. Esto destaca los esfuerzos en curso para desarrollar capacidades avanzadas de drones mientras se navega por los desafíos del suministro de componentes.

Los fabricantes de drones estadounidenses dependen en gran medida de componentes chinos (estructuras, baterías, radios, cámaras y pantallas) debido a su rentabilidad y disponibilidad, a pesar de que China es un adversario estratégico. Esta dependencia, reconocida como un riesgo para la seguridad nacional, se complica aún más por las sanciones chinas y los obstáculos burocráticos que dificultan la producción nacional. Si bien EE. UU. actualmente permite el uso de estos componentes, la situación exige una reevaluación crítica de la seguridad de la cadena de suministro y un esfuerzo concertado para fomentar capacidades de fabricación estadounidenses independientes.

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