Brecha de Optimismo en IA: Expertos vs. Público

Un reciente informe del Pew Research Center destaca una desconexión significativa en las percepciones sobre la inteligencia artificial: mientras que los expertos en IA son en gran medida optimistas sobre el futuro de la tecnología, la mayoría de los estadounidenses se sienten ansiosos y desconfiados. Esta creciente “brecha de optimismo” se deriva de las diferentes opiniones sobre el impacto de la IA en los empleos, el control personal y la capacidad del gobierno y las empresas para regularla responsablemente.

Existe una importante división en la percepción de la Inteligencia Artificial entre los expertos que la desarrollan y el público general estadounidense. Según un informe del Pew Research Center, los expertos en IA expresan un optimismo considerable con respecto al futuro de su campo, con aproximadamente tres cuartas partes creyendo que la tecnología les beneficiará personalmente. Esto contrasta marcadamente con el sentimiento público, donde solo una cuarta parte de los estadounidenses comparten este optimismo. Esta “brecha de optimismo” resalta una diferencia fundamental en cómo se ven el potencial y las implicaciones de la IA por parte de quienes están inmersos en su creación frente a aquellos que experimentarán su impacto social.

Además, esta divergencia se extiende al impacto percibido de la IA en la fuerza laboral. Si bien los expertos en IA tienden a creer que la tecnología mejorará los empleos y aumentará la eficiencia, el público teme en gran medida la pérdida de empleos. Este temor se basa en la preocupación de que la automatización impulsada por la IA haga obsoletas las habilidades humanas, lo que conduciría a un desempleo generalizado. La falta de confianza en el sistema también es evidente, con mayorías tanto de expertos como del público expresando el deseo de un mayor control sobre cómo se utiliza la IA en sus vidas. Este sentimiento compartido subraya una inquietud colectiva sobre la proliferación descontrolada de la IA y el potencial de su mal uso.

A la ansiedad del público se suma una profunda desconfianza en la capacidad del gobierno y las empresas privadas para regular la IA de manera responsable. Esta desconfianza se debe, posiblemente, a los fracasos percibidos del gobierno de EE. UU. en la regulación eficaz de los avances tecnológicos anteriores. Como señala un experto académico citado en el informe, las audiencias del Congreso sobre cuestiones tecnológicas a menudo demuestran una falta de comprensión entre los legisladores, lo que genera dudas sobre su capacidad para implementar regulaciones significativas de IA. Esta falta de fe en los organismos reguladores exacerba la sensación del público de tener poca capacidad de acción para dar forma al futuro impulsado por la IA.

Esta sensación de impotencia se ve amplificada por las ambiciosas afirmaciones hechas por los líderes tecnológicos con respecto al rápido avance de la IA. La predicción del CEO de OpenAI, Sam Altman, de que los agentes de IA entrarán en la fuerza laboral y cambiarán materialmente la producción de la empresa para 2025 destaca el ritmo acelerado del desarrollo de la IA. Este rápido progreso, junto con la incapacidad percibida de los organismos reguladores para mantener el ritmo, contribuye a la sensación entre casi el 60 por ciento de los adultos estadounidenses de que tienen poco o ningún control sobre si la IA se utiliza en sus vidas. Incluso entre los expertos, este número no es significativamente mejor, lo que indica una preocupación generalizada sobre la trayectoria del desarrollo de la IA.

Más allá del público en general, el género también juega un papel en la configuración de las percepciones de la IA. Los expertos en IA masculinos son notablemente más propensos que sus homólogas femeninas a expresar optimismo y entusiasmo por la tecnología. Esta disparidad de género en el sentimiento se refleja en el acuerdo más amplio entre expertos y el público de que el diseño de la IA refleja desproporcionadamente las perspectivas de los hombres blancos en comparación con las mujeres y las comunidades negras o hispanas. Esta falta de diversidad en el desarrollo de los sistemas de IA no es simplemente una cuestión de representación; está “integrada en la forma en que las personas experimentan la tecnología”, lo que podría conducir a resultados sesgados y reforzar las desigualdades sociales existentes.

Mientras que las generaciones mayores pueden estar debatiendo el potencial de la IA, la Generación Z ya está participando activamente en ella. Un estudio separado de Gallup y la Fundación Walton Family revela que una mayoría significativa de la Generación Z (79 por ciento) está utilizando herramientas de IA como ChatGPT o Copilot, y casi la mitad lo hace semanalmente. Sin embargo, este alto nivel de participación no se traduce en una confianza ciega. De hecho, la Generación Z es más propensa a informar que se siente ansiosa (41 por ciento) por la IA que entusiasmada (36 por ciento), y solo el 27 por ciento se siente esperanzada. Esta generación, que ha crecido en una era de rápidos cambios tecnológicos y que a menudo expresa desconfianza en las instituciones establecidas, ve la IA con una cautela pragmática.

Como explica Zach Hrynowski, autor del informe de Gallup, el escepticismo de la Generación Z se extiende al gobierno, a las grandes empresas tecnológicas y a las noticias, lo que da forma a su enfoque cauteloso de la IA. Reconocen que la IA influirá inevitablemente en sus futuras carreras y educación, pero siguen preocupados por sus posibles impactos negativos. Casi la mitad de la Generación Z cree que la IA podría dañar su “capacidad para pensar críticamente”, lo que destaca una preocupación por la excesiva dependencia de las herramientas de IA. Además, a pesar de reconocer el potencial de eficiencia de la IA, solo un tercio de los trabajadores de la Generación Z confía en el trabajo producido con o por la IA tanto como en el trabajo humano.

La falta de una orientación clara de las instituciones educativas y los lugares de trabajo contribuye aún más a la incertidumbre de la Generación Z sobre la IA. La mayoría de los estudiantes de la Generación Z informan que sus escuelas carecen de políticas claras sobre IA, y más de la mitad de los trabajadores de la Generación Z dicen lo mismo sobre sus empleadores. Sin embargo, la investigación sugiere que proporcionar reglas claras sobre IA puede impactar significativamente la participación y la confianza de los jóvenes. Cuando las instituciones establecen directrices claras, los jóvenes son más propensos a utilizar las herramientas de IA, a confiar en ellas y a sentirse mejor preparados para el futuro. Esto indica que las políticas y la educación claras son cruciales para fomentar la adopción responsable de la IA y generar confianza entre la próxima generación.

En conclusión, si bien la tecnología de IA continúa avanzando a un ritmo rápido, la confianza del público se está quedando significativamente atrás. La creciente sofisticación de los sistemas de IA se encuentra con un escepticismo cada vez mayor, particularmente entre las generaciones más jóvenes que vivirán con la tecnología durante más tiempo. Como resume acertadamente Hrynowski, “No han llegado a un punto en el que sientan que los beneficios superan los riesgos”. Para cerrar esta brecha de confianza se requiere no solo un desarrollo tecnológico continuo, sino también una comunicación transparente, una regulación responsable y un enfoque en garantizar que la IA se desarrolle y se implemente de una manera que beneficie a todos los miembros de la sociedad.

Los expertos en IA son optimistas sobre su futuro, mientras que el público, especialmente la Generación Z, siente ansiedad y desconfianza. Las preocupaciones giran en torno a la pérdida de empleos, la falta de regulación gubernamental y la sensación de pérdida de control en un mundo impulsado por la IA, agravada por la falta de diversidad en su desarrollo. Generar confianza requiere políticas claras en escuelas y lugares de trabajo, demostrando que los beneficios de la IA superan los riesgos.

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