La misión Dragonfly de la NASA, una aeronave rotatoria pionera del tamaño de un automóvil y con propulsión nuclear, se acerca a su lanzamiento en 2028 hacia Titán, la luna de Saturno. Esta misión tiene como objetivo investigar el potencial de Titán para albergar vida y recientemente superó un hito clave – la Revisión Crítica del Diseño – allanando el camino para la construcción de la nave espacial.
La misión Dragonfly de la NASA, un proyecto innovador para explorar Titán, la luna de Saturno, ha superado con éxito un obstáculo significativo, allanando el camino para su lanzamiento en 2028. Este hito, la Revisión Crítica del Diseño (CDR), significa que el diseño, la fabricación, la integración y los planes de prueba de la misión han sido aprobados, lo que permite que el proyecto avance con la construcción de la propia nave espacial. El anuncio, realizado el jueves 24 de abril, subraya el progreso de la misión a pesar de contratiempos anteriores.
La misión Dragonfly, seleccionada por la NASA en 2019, representa una inversión sustancial, con un presupuesto de 3.350 millones de dólares. El proyecto está siendo dirigido por el Laboratorio de Física Aplicada (APL) de la Universidad Johns Hopkins en Maryland, con Elizabeth Turtle, de APL, como investigadora principal. El ambicioso alcance y la complejidad de la misión han contribuido a retrasos y sobrecostos, sin embargo, la comunidad científica considera que estudiar Titán es una alta prioridad debido a su potencial para albergar vida extraterrestre.
El lanzamiento de la misión Dragonfly está programado para no antes de julio de 2028, utilizando un cohete SpaceX Falcon Heavy desde el Centro Espacial Kennedy de la NASA en Florida. La nave espacial se embarcará entonces en un viaje de casi siete años a través del espacio profundo hacia el sistema de Saturno. Al llegar, Dragonfly está diseñado para pasar más de tres años explorando varios lugares a través de la superficie fría y diversa de Titán.
El diseño innovador de Dragonfly presenta una aeronave rotatoria propulsada por energía nuclear del tamaño de un coche, lo que le permite navegar por el entorno único de Titán. Equipada con un conjunto de instrumentos científicos, que incluyen cámaras, sensores y muestreadores, la aeronave rotatoria evaluará meticulosamente la habitabilidad de Titán. El objetivo principal es buscar química prebiótica y posibles signos de vida, lo que ampliará nuestra comprensión de las condiciones que podrían sustentar la vida más allá de la Tierra.
Titán, la luna más grande de Saturno y la segunda más grande de nuestro sistema solar, presenta un objetivo convincente para la investigación astrobiológica. Su atmósfera espesa y brumosa oscurece una superficie caracterizada por dunas de hidrocarburos y lagos de metano. Además, los científicos creen que existe un océano subterráneo de agua salada debajo de la corteza helada de la luna, lo que aumenta la posibilidad de vida.
La importancia de la misión Dragonfly se amplifica por el contexto histórico de exploraciones anteriores. En 2005, la misión Cassini de la NASA entregó la sonda Huygens a Titán. La sonda Huygens, construida por la Agencia Espacial Europea, que realizó un aterrizaje asistido por paracaídas en Titán, proporcionó información invaluable sobre la composición y el entorno de la luna. Dragonfly, basándose en esta base, tiene como objetivo revolucionar nuestra comprensión de cómo podría surgir la vida en otros lugares del sistema solar.
La misión Dragonfly de la NASA, un helicóptero de propulsión nuclear, ha superado una revisión de diseño crucial, allanando el camino para su lanzamiento en 2028 a Titán, la luna de Saturno. Este ambicioso proyecto de $3.35 mil millones busca investigar el potencial de vida en Titán explorando su superficie y océano subsuperficial, basándose en los hallazgos de la misión Cassini-Huygens. El éxito de Dragonfly podría revolucionar nuestra comprensión de las posibilidades de vida más allá de la Tierra.
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