Choque Espacial: Satélites de Amazon Aumentan el Peligro Orbital

El reciente lanzamiento de los satélites del Proyecto Kuiper de Amazon representa un paso significativo en la creciente competencia por construir mega constelaciones en órbita terrestre baja. Sin embargo, esta expansión plantea serias preocupaciones sobre la sobrepoblación orbital y la posibilidad de colisiones catastróficas, a medida que más satélites y escombros llenan el espacio alrededor de nuestro planeta.

El 28 de abril, Amazon lanzó sus primeros satélites del Proyecto Kuiper, marcando su entrada en el floreciente campo de las mega-constelaciones satelitales, un competidor directo de Starlink de SpaceX. Este lanzamiento, con 27 satélites puestos en órbita, significa el comienzo de una tendencia en la que numerosas empresas se esfuerzan por desplegar miles de satélites cada una, creando así sus propias y vastas redes en el espacio.

Sin embargo, esta rápida expansión está causando importantes preocupaciones sobre la sobrepoblación orbital. A medida que aumenta el número de objetos en órbita, también lo hace el riesgo de colisiones, lo que podría tener consecuencias devastadoras. El artículo destaca que una colisión podría generar una cascada de escombros, haciendo que los viajes espaciales sean traicioneros o incluso conduciendo al cierre de los programas espaciales globales.

Más allá de Amazon y SpaceX, otras entidades están contribuyendo a esta congestión. La empresa británica OneWeb, que se fusionó con Eutelsat, tiene su propia constelación. Además, las empresas chinas, incluyendo la respaldada por el gobierno Guowang y el proyecto comercial Qianfan, planean lanzar miles de satélites.

La Agencia Espacial Europea (ESA) informó que se lanzaron más de 2.500 objetos a la órbita terrestre baja en 2024, una cifra más de cinco veces superior a cualquier año anterior a 2020. La mayoría de estos lanzamientos fueron para constelaciones de satélites comerciales, y el número de lanzamientos aumenta anualmente.

El gran volumen de objetos en órbita es alarmante. El número de satélites activos es ahora comparable al número de fragmentos de escombros. La ESA estima que si continúan las tendencias actuales de lanzamiento, podría haber casi 50.000 objetos de más de 10 cm en órbita terrestre baja para 2050. Esto se traduce en un promedio estimado de ocho satélites lanzados diariamente, o cuatro toneladas de material enviado al espacio cada día.

Estos satélites, si bien permiten comunicaciones cruciales y acceso a Internet en áreas remotas y zonas de desastre, están contribuyendo a la creciente congestión del espacio. Esta congestión incluye tanto satélites en funcionamiento como los restos de misiones anteriores, y se espera que el problema empeore a medida que se lancen más satélites.

Los expertos coinciden en que se necesitan urgentemente reglas más completas para gestionar los objetos en órbita. Sin embargo, el artículo señala que en un mundo cada vez más polarizado, la idea de la cooperación global para proteger el espacio parece más remota que nunca.

El artículo cita al investigador de escombros Vishnu Reddy de la Universidad de Arizona, quien afirma que hay una “carrera por llenar la órbita terrestre baja”. Esto no se trata solo de satélites operativos; también están presentes millones de fragmentos de basura espacial, que viajan a altas velocidades. La ESA estima que más de 1,2 millones de objetos en órbita son capaces de causar daños catastróficos si chocan con algo.

Las posibles consecuencias de las colisiones son graves. Los pequeños fragmentos de escombros pueden crear más escombros a través de colisiones, lo que lleva a un efecto en cascada conocido como síndrome de Kessler, que podría hacer que ciertas órbitas sean inutilizables. El astrónomo Olivier Hainaut del Observatorio Europeo Austral enfatiza que si se lanzan demasiados satélites, se producirán colisiones, lo que podría desencadenar una reacción en cadena.

El problema de la sobrepoblación orbital ya está teniendo efectos tangibles. Los satélites que están demasiado cerca entre sí pueden interferir entre sí en las transmisiones. El cambio climático exacerba el problema, ya que la atmósfera superior en contracción reduce su capacidad para derribar y destruir los escombros.

El artículo aclara que el problema no son necesariamente los propios satélites, ya que se rastrean y monitorean. El verdadero problema radica en los miles de fragmentos de escombros no rastreados que ya están en órbita. Cuantos más satélites se lancen, mayor será la probabilidad de colisiones con estos escombros.

La cuestión de la responsabilidad de rastrear los escombros y prevenir las colisiones es compleja. La comunidad espacial confía en gran medida en el gobierno de EE. UU. para obtener información de rastreo. Los operadores de satélites son responsables de sus satélites, y la Fuerza Espacial proporciona un catálogo de objetos.

SpaceX ha sido relativamente responsable en la desorbitación de sus satélites inactivos. Sin embargo, el artículo plantea la cuestión de qué sucede cuando los satélites de diferentes empresas están muy cerca. Por ejemplo, cuando los satélites del Proyecto Kuiper necesitan desorbitarse y pasar por el rango orbital de Starlink, surgen posibles conflictos.

Evitar colisiones tiene un costo financiero. Si un satélite Starlink y un satélite del Proyecto Kuiper están en curso de colisión, uno o ambos deben ajustar su órbita, utilizando su suministro limitado de combustible. Esto plantea la cuestión de quién asume el costo y quién toma la decisión.

El artículo destaca que la situación es aún más complicada con los escombros más pequeños, donde no existe una responsabilidad clara. Un “buen día” es cuando se produce una conjunción entre dos satélites operativos. Un “mal día” es cuando se produce una colisión entre objetos no operativos, creando más escombros.

El artículo enfatiza que la composición de los satélites suele ser propietaria, lo que dificulta la evaluación del daño potencial de un impacto. Esto se complica aún más con las mega-constelaciones, donde un solo mal funcionamiento podría requerir que cientos de satélites maniobren, lo que podría llevar a más conjunciones.

Expertos en escombros espaciales como Reddy no están en contra de que las empresas de satélites ganen dinero en el espacio. Sin embargo, quieren que estas empresas tomen más iniciativa en la creación de normas y directrices en torno a la prevención de colisiones. Creen que está en el interés financiero de las empresas establecer un conjunto de reglas.

El artículo sugiere que SpaceX, con su amplia experiencia en la gestión de una mega-constelación, podría asumir un papel de liderazgo en la propuesta de soluciones para gestionar los eventos de conjunción, en lugar de esperar acuerdos internacionales.

El artículo destaca la importancia de que las empresas de satélites se tomen en serio este problema para evitar los importantes riesgos que plantean las colisiones, especialmente a medida que más empresas lanzan mega-constelaciones. La pregunta de quién tomará medidas cuando ocurran cientos de posibles eventos de conjunción entre diferentes mega-constelaciones sigue sin respuesta.

El artículo utiliza el casi accidente de 2019 entre un satélite Starlink y un satélite Aeolus de la Agencia Espacial Europea (ESA) como estudio de caso. La ESA tuvo que hacer una corrección de último minuto para evitar una colisión después de que sus intentos de contactar a SpaceX para coordinar el movimiento fracasaron debido a un “error”.

El artículo enfatiza la falta de un marco legal para tratar las posibles colisiones de satélites, similar al control del tráfico aéreo. Se necesita cooperación internacional para crear leyes exigibles, pero hay poca voluntad internacional para que eso suceda. La última pieza importante de legislación espacial internacional fue el Tratado del Espacio Ultraterrestre de 1967, que no anticipó las operaciones de empresas privadas.

El artículo concluye describiendo la situación como una “tragedia de los comunes”, donde nadie quiere que el espacio se vuelva inaccesible, pero pocos grupos están dispuestos o son capaces de abordar el problema directamente. Josef Aschbacher, el director general de la ESA, resumió el problema al afirmar que los escombros espaciales son un problema y que tenemos que hacer algo al respecto.

El creciente número de satélites, impulsado por empresas como Amazon, SpaceX y firmas chinas, está saturando rápidamente la órbita terrestre baja, creando un peligroso riesgo de efecto cascada (síndrome de Kessler) e interfiriendo con las transmisiones satelitales. Si bien facilitan la comunicación vital y el socorro en casos de desastre, la falta de regulaciones internacionales integrales y un marco claro de responsabilidad para el seguimiento de escombros y la prevención de colisiones deja incierto el futuro del acceso al espacio. En última instancia, la cooperación proactiva y el establecimiento de reglas orbitales exigibles son cruciales para prevenir una potencial catástrofe y asegurar la sostenibilidad a largo plazo de la exploración y utilización del espacio.

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