Ingenieros de la NASA han reactivado con éxito los propulsores de respaldo en la nave espacial Voyager 1, una hazaña notable considerando que la sonda se encuentra a casi 16 mil millones de millas de la Tierra. Lanzada en 1977, la Voyager 1 es el objeto hecho por el hombre más distante y depende de los propulsores para mantener su orientación y comunicarse con la Tierra. Después de décadas de operación, la degradación del hardware se ha convertido en un desafío significativo, lo que requiere soluciones creativas para extender la vida útil de la misión.
Lanzada en 1977, la Voyager 1, el objeto hecho por el hombre más distante, es un testimonio de la ingeniosidad y la perseverancia humanas. Su misión principal es explorar la inmensidad del espacio, viajando a una asombrosa velocidad de 35,000 mph (56,000 kph).
Sin embargo, después de casi cinco décadas de atravesar el cosmos, el hardware de la nave espacial inevitablemente ha comenzado a degradarse. Esta degradación presenta un desafío significativo para los ingenieros de la NASA, que se esfuerzan constantemente por extender la vida útil de la misión.
Una de las funciones más críticas de la Voyager 1 es mantener su orientación. La nave espacial utiliza propulsores para pivotar, asegurando que su antena permanezca apuntando hacia la Tierra para la comunicación. Esto permite la transmisión y recepción de datos vitales, haciendo que el éxito de la misión dependa del correcto funcionamiento de estos propulsores.
El reciente éxito en la reactivación de los propulsores de respaldo que no se habían utilizado desde 2004 es un ejemplo notable de la innovadora resolución de problemas de la NASA. Los propulsores principales de rotación, responsables de controlar la rotación de la nave espacial, habían dejado de funcionar debido a fallas en los calentadores internos.
En consecuencia, durante los últimos 21 años, se han empleado propulsores de rotación de respaldo. Sin embargo, estos respaldos ahora muestran signos de degradación. Para abordar esto, los ingenieros tomaron una medida audaz: revisitaron los calentadores internos fallidos e intentaron revivir un interruptor de alimentación que pudo haber sido la causa original del problema.
El proceso implicó enviar una secuencia de comandos desde la Tierra, un viaje que tarda más de 23 horas en completarse para la señal de radio. A pesar de la inmensa distancia de 16 mil millones de millas, la solución resultó exitosa. Todd Barber, el jefe de propulsión de la misión en el JPL, describió el momento como “glorioso”, destacando la inesperada reactivación de los propulsores que se consideraban “muertos”.
Este cambio de propulsores fue particularmente sensible al tiempo debido a un factor crucial: el calendario de mantenimiento de la antena de la Red del Espacio Profundo (DSN) en Canberra, Australia. La antena de 230 pies de ancho (70 metros de ancho), la Estación del Espacio Profundo 43, es un componente vital de la DSN, que sirve como el principal medio de comunicación con la Voyager 1.
La antena estaba programada para estar fuera de servicio desde el 4 de mayo de 2025 hasta febrero de 2026. La exitosa restauración de los propulsores principales de rotación aseguró que la Voyager 1 pudiera continuar transmitiendo datos a la Tierra incluso mientras la DSS-43 estuviera fuera de línea.
La Red del Espacio Profundo es una infraestructura crucial para los esfuerzos de exploración del espacio profundo de la NASA. Es el principal medio de comunicación con y de recepción de datos de las más de 30 sondas robóticas de la agencia dispersas por todo el sistema solar y más allá.
La red consta de tres complejos estratégicamente ubicados alrededor del mundo, ubicados en California, Madrid (España) y Canberra (Australia). Cada complejo está espaciado a 120 grados de distancia para asegurar una cobertura de comunicación continua, independientemente de la rotación de la Tierra.
Además, la DSN se actualiza constantemente para satisfacer las demandas cambiantes de la exploración espacial. Por ejemplo, la antena de California en el Complejo de Comunicaciones del Espacio Profundo de Goldstone se actualizó en 2020 para manejar “banda ancha espacial” ultrarrápida.
Estas actualizaciones de antenas no se tratan simplemente de mantener las capacidades actuales; son esenciales para futuros esfuerzos, incluidos los ambiciosos planes de la NASA de aterrizar astronautas en la Luna y aventurarse más lejos en el espacio.
Actualmente, la Voyager 1 reside en el espacio interestelar, específicamente dentro de la constelación de Ofiuco, ubicada en el cielo del sur debajo de las estrellas del Triángulo de Verano, tal como se ve desde el hemisferio norte. La continua operación de la nave espacial es un testimonio de la dedicación e ingenio de los ingenieros que la apoyan.
Ingenieros de la NASA reactivaron con éxito los propulsores de respaldo de la Voyager 1, una hazaña notable a 26 mil millones de kilómetros de distancia y con un retraso de comunicación de 23 horas. Esta ingeniosa solución asegura la transmisión continua de datos mientras se mantiene una antena crucial, extendiendo la misión del objeto más distante de la humanidad. Las mejoras de la Red del Espacio Profundo, vitales para misiones como los alunizajes, resaltan nuestro compromiso continuo con la exploración del cosmos, un testimonio del ingenio y la perseverancia humanos ante desafíos increíbles. La inmensidad del espacio y la dedicación requerida para mantener el contacto con una sonda tan lejana son un recordatorio aleccionador del potencial ilimitado de la exploración humana.