El entusiasmo en torno al potencial de la IA para revolucionar los dispositivos prometía una nueva era de tecnología fluida e intuitiva. Sin embargo, la realidad ha quedado muy por debajo de las expectativas, dejando a muchas empresas persiguiendo un futuro donde la IA esté lista, mientras descuidan las mejoras en el hardware existente y crean un ciclo de productos decepcionantes.
El entusiasmo inicial en torno al potencial de la IA para revolucionar los dispositivos de consumo pintaba un panorama de experiencias fluidas e intuitivas. Los analistas predijeron un “superciclo” de actualizaciones de teléfonos inteligentes impulsado por funciones de IA convincentes, imaginando un futuro donde teclear y tocar se volverían obsoletos, reemplazados por asistentes de IA multimodales y omnipresentes. Los gigantes tecnológicos como Apple, Amazon y Google defendieron ecosistemas de dispositivos que harían que la computación fuera natural y personal, mientras que las startups inundaban el mercado con dispositivos potenciados por ChatGPT que prometían una conectividad constante. Esta narrativa, sin embargo, ha fracasado drásticamente, dejando a una generación de dispositivos sintiéndose decepcionantes y a la industria tecnológica en un estado de limbo. El problema central es simple: la tecnología simplemente no está lista, y la industria se ha vuelto demasiado dependiente de una promesa futura en lugar de centrarse en mejoras tangibles en el hardware existente.
El ejemplo más evidente de esta dependencia excesiva es la promoción implacable de Apple Intelligence. Desde su debut en WWDC el pasado junio, Apple ha comercializado virtualmente todos los productos nuevos como si funcionaran con Apple Intelligence. Los anuncios del iPhone 16, por ejemplo, priorizaron la demostración de las capacidades de Apple Intelligence sobre la promoción de las características principales del teléfono. Incluso las actualizaciones del iPad Mini y el iPad Air se justificaron principalmente por la inclusión de Apple Intelligence. Esta estrategia se extiende al iPad básico, que carece de Apple Intelligence, enterrando efectivamente su existencia. El sitio web del nuevo MacBook Air, un portátil de gran éxito de ventas, ahora presenta prominentemente Apple Intelligence junto a la duración de la batería y el rendimiento del chip. Sin embargo, Apple Intelligence actualmente se limita a un par de herramientas de escritura y un rudimentario resumidor de mensajes de texto, estando muy lejos de la esperada revisión integral de Siri. Jacqueline Roy, una portavoz de Apple, admitió que la función mejorada de Siri, la característica que los consumidores realmente desean, “va a llevarnos más tiempo del que pensamos”, y la compañía incluso retiró un comercial con Bella Ramsey debido a los retrasos adicionales de la función. Este enfoque de “engaño” ha dejado a los consumidores sintiéndose engañados, comprando dispositivos que no cumplen con el potencial anunciado.
El retraso del próximo gran lanzamiento de Apple, un centro doméstico inteligente que aprovecha Apple Intelligence y una Siri significativamente mejorada, subraya aún más el problema. Bloomberg informó inicialmente un lanzamiento a principios de este mes, pero ahora se está posponiendo debido a las deficiencias de la tecnología subyacente. Este centro, concebido como un dispositivo impulsado por Siri similar a Alexa, capaz de controlar toda la casa, se suponía que sería la encarnación del potencial de la IA. Sin embargo, la incapacidad de cumplir esta visión refleja un problema más amplio: el compromiso prematuro de la industria con la IA antes de que la tecnología esté madura para respaldarla. Amazon también cayó en esta trampa, permitiéndose ser “totalmente cautivado por la IA mucho antes de que fuera un producto de consumo útil”. Una vez líder en hardware experimental, lanzando una asombrosa cantidad de 6.000 dispositivos Alexa en un solo día, Amazon ahora lanza actualizaciones incrementales con los mismos problemas persistentes. A pesar de prometer un “asistente sobrehumano” con la última versión de Alexa, la compañía en gran medida ha reciclado ideas antiguas en pantallas ligeramente más grandes, sin lograr la experiencia transformadora que inicialmente imaginó.
La obsesión por la IA no se limita a los gigantes de la industria. Un aumento reciente de startups se ha centrado en el concepto de “poner un micrófono en un lanyard, grabar toda tu vida y usar la IA para… hacer algo con ello”. Empresas como Friend, Omi, Limitless, Plaud, Bee, e incluso la colaboración entre Jony Ive y OpenAI, están persiguiendo esta estrategia. El lanzamiento del AI pin de Humane fue un fracaso espectacular, y el R1 de Rabbit también fracasó, destacando la dificultad de crear dispositivos potenciados por la IA convincentes sin un propósito claro. Estas empresas, impulsadas por inversiones sustanciales, demuestran el atractivo de la IA, pero también el riesgo de priorizar la publicidad sobre la sustancia.
El problema central, como lo articula el contenido, es que las empresas han basado sus planes en un “estado final teórico y perfeccionado de la IA” en lugar de buscar formas de hacerla útil en el presente. Si bien la IA sin duda tiene un inmenso potencial, sus capacidades actuales son mejores utilizadas como una tecnología habilitadora para las funciones existentes, en lugar de ser la función en sí misma. Por ejemplo, la IA puede mejorar la eficiencia de las aspiradoras robot, mejorar la precisión de los timbres con video u optimizar la iluminación inteligente. Sin embargo, los consumidores no están comprando estos productos por la IA en sí; los están comprando por el rendimiento mejorado de la funcionalidad principal. Una parrilla inteligente es deseable porque cocina bien los filetes, no por la IA involucrada.
El contenido sugiere un camino a seguir, abogando por un cambio de enfoque hacia mejoras tangibles en el hardware. En lugar de esperar una revisión mágica de la IA, las empresas deberían concentrarse en abordar problemas fundamentales, como extender la duración de la batería de los teléfonos inteligentes, mejorar la durabilidad de los dispositivos y reducir los elementos de diseño adictivos. Las startups podrían priorizar la creación de dispositivos adaptados a propósitos específicos, en lugar de perseguir la promesa esquiva de la IA todo-en-uno. Amazon y Apple podrían centrarse en hacer que sus dispositivos existentes sean más fáciles de usar, en lugar de esperar a que la IA resuelva todos sus problemas.
En última instancia, la situación actual representa una oportunidad perdida. Si bien la IA sin duda tiene un papel que desempeñar en el futuro de los dispositivos de consumo, el abrazo prematuro de la tecnología por parte de la industria ha llevado a una generación de productos decepcionantes y una estancamiento de la innovación. Todavía hay margen para mejorar en el hardware que usamos todos los días, y un retorno a la concentración en la funcionalidad principal y la experiencia del usuario podría desbloquear una nueva era de innovación, mucho más impactante que la publicidad impulsada por la IA actual. El contenido concluye con un recordatorio conmovedor: “No importa cuánto tiempo lleve”, la industria debe priorizar las mejoras tangibles sobre esperar a que la IA resuelva todos nuestros problemas.
La industria tecnológica está desperdiciando una generación de innovación en hardware, priorizando en exceso la promesa de futuras capacidades de la IA. Las empresas están retrasando mejoras de producto realmente útiles y saturando el mercado con dispositivos con IA decepcionantes, resultando en un ciclo de productos insulso. Es hora de reenfocarse en avances fundamentales en hardware y diseño centrado en el usuario, en lugar de esperar una solución de IA perfecta que podría nunca llegar.